ESTILO PROPIO

CIENTO POR CIENTO URBANA, LA COLOMBIANA ÁNGELA RESTREPO -DUEÑA DE LA TIENDA DE SOFÁS QUE LLEVA SU NOMBRE- ESCOGIÓ ESTE NOBLE DEPARTAMENTO EN AMERICO VESPUCIO PARA INSTALARSE CON SU FAMILIA. LOS DIFERENTES ESPACIOS, AMPLIOS Y LUMINOSOS, ESTÁN AMBIENTADOS CON PERSONALIDAD Y CON MUCHOS OBJETOS QUE GUARDAN UNA HISTORIA.

Texto, Soledad Salgado S. Producción, Paula Fernández T. Fotografías, Carla Pinilla G.

LA MECEDORA es un mueble que tiene de recién casada. Atrás, la salita de estar revestida en madera.

Un scooter es la primera imagen que recibe en el departamento de Ángela Restrepo. El objeto, una Lambretta -clásica motoneta milanesa de la década de 1940-, fue un entretenido desafío que comenzó con un aparato destartalado, pero luego de los arreglosde su marido y uno de sus hijos, terminó como punto focal en el hall. Tal como esta moto, la mayoría de los objetos que visten el departamento de esta mujer, colombiana, y su familia, tienen una historia que contar:”Hay que buscar cosas que vayan sumando en la vida, armar las casas con tiempo. Acá todo tiene un sentido”, dice.

Llegó en 1999, buscando la calidad de vida y tranquilidad que no le ofrecía su país. Un proyecto de trabajo de su marido que duró tres meses le había servido para conocer Chile y decidir que era un buen destino. Así fue como la pareja se instaló con sus dos niños pequeños y las ganas de partir de cero. Ángela, ingeniera comercial, que había estado involucrada en el negocio de las telas con sus padres, al poco tiempo se instaló con una tienda de sofás, y su nombre comenzó a sonar entre los amantes de la decoración. “Al principio era todo muy intuitivo, trabajaba con un maestro, después ya contraté a una diseñadora industrial y el negocio creció mucho. Ahora estoy en una etapa más pequeña. Me achiqué y tengo una relación más directa con mis clientes”, cuenta.

Si bien este departamento es temporal -piensan construirse una casa a la medida- cuando lo buscaron querían que no se sintiera de pasada, por eso la opción fue esta noble propiedad de recintos amplios, con molduras, luminosas y sobre todo bien ubicada. “Soy bien urbana, me gusta caminar los restoranes de Nueva Costanera. El Mañío y Alonso de Córdova están muy cerca; voy al Parque Arauco; hay supermercados al lado, y mis hijos caminan al metro o se van en bicicleta por el parque”, dice.

La decoración tampoco parece temporal. Aunque vendieron el departamento anterior con varios muebles, Ángela conservó aquellos elementos que guardan historias y que son recuerdos significativos, varios de los cuales la acompañan desde sus di}ías en Colombia y en EE.UU., donde vivió recién casada, como un pequeño comedor que destaca junto al living donde sus hijos -hoy universitarios- estudian o hacen trabajos. O un gran mesón de carpintero, puesto en la mitad del living. “Cuando llegamos a Chile los muebles de madera se nos abrían por la humedad, entonces fuimos donde un maestro. Mi marido vio el mesón y le gustó. Le propuso que cuando achicase de taller, se lo vendiera; y así fue como al tiempo lo llamó. Lo compramos muy barato”, cuenta. También hay adornos recibidos de herencia como un par de candelabros, una figura del niño Jesús, un reloj, entre otros.

Por supuesto, ella misma hizo los sofás del living en un vibrante terciopelo azul, y algunos respaldos de cama. “Mi casa anterior era muy blanca, con muebles con fundas, más liviana, acá por el estilo de este lugar, se prestaba para hacer algo distinto”, agrega. VD

JUNTO AL MESÓN de carpintero, un baúl de cuero que se usaba antiguamente para transportar carne.

EN LA HABITACIÓN principal, ropa de cama de lino y un sofá curvo, diseño que realizó para una muestra de Casa Cor.

“A MIS HIJOS les encanta juntarse con amigos en la casa, y su lugar favorito es la terraza. Buscamos un mesón que fuera rústico y resistente. Lo encontramos en la calle Brasil”, cuenta.


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